AUTOR: JUAN TADEO F. PEREIRA
¿Por qué la volatilidad en bolsa, lejos de ser solo un riesgo, puede ser la mejor aliada del inversor inteligente?
La volatilidad refleja la constante adaptación del mercado ante nueva información, permitiendo que los precios se ajusten rápidamente y que se abran oportunidades para quienes saben interpretar estos movimientos. Lejos de ser solo una amenaza, la volatilidad ofrece señales para tomar decisiones estratégicas y encontrar valor donde otros ven caos.
Como afirmó Warren Buffett, "Sé temeroso cuando otros son codiciosos y codicioso cuando otros son temerosos."
La Bolsa de Valores es una plataforma regulada donde se compran y venden activos financieros, principalmente acciones, según la oferta y la demanda. En España, el principal índice es el IBEX 35, que agrupa las 35 empresas más líquidas del mercado. Redeia destaca en este índice por ser un operador clave del sistema eléctrico nacional, lo que hace que sus movimientos impacten no solo en la bolsa, sino también en ámbitos políticos, regulatorios y sociales.
La volatilidad mide la dispersión de los rendimientos de un activo financiero respecto a su promedio, reflejando la percepción del riesgo. Suele aumentar ante eventos inesperados que alteran las expectativas de los inversores. Técnicamente, se calcula por la desviación estándar de los retornos o mediante indicadores implícitos como el VIBEX, que estima la volatilidad esperada a 30 días en el IBEX 35. En tiempos de alta volatilidad, los precios pueden alejarse de su valor fundamental debido a reacciones emocionales y especulativas, fenómeno central en este análisis.
El 28 de abril de 2025, España experimentó un apagón eléctrico sin precedentes que afectó a más de 12,7 millones de usuarios durante aproximadamente 3 horas en franjas horarias variables. El incidente fue atribuido inicialmente a un fallo en la infraestructura de transmisión operada por Redeia, lo que generó un alto grado de alarma social e incertidumbre regulatoria.
El impacto bursátil fue inmediato. Durante la sesión del 29 de abril de 2025, las acciones de Redeia registraron una caída intradía del 4,23%, cerrando con una pérdida neta del 3,87%. En las tres jornadas siguientes, el título acumuló un retroceso del 7,71%, pasando de 15,64€ a 14,44€ por acción, lo que se tradujo en una pérdida de capitalización bursátil cercana a los 860 millones de euros.
El volumen de transacciones se incrementó significativamente en los días posteriores al incidente. El 29 de abril, Redeia alcanzó un volumen negociado de 101,7 millones de euros, superando en un 242% su media diaria mensual (29,7 millones €). Este incremento refleja una reacción emocional por parte de los inversores, donde se conjugaron ventas especulativas y entradas oportunistas a precios deprimidos.
Mientras el IBEX 35 registró una caída moderada del 0,68% en la misma sesión, otras compañías energéticas como Endesa (-1,2%) e Iberdrola (-0,9%) también sufrieron recortes, aunque de menor magnitud, lo que refuerza la singularidad del impacto sobre Redeia como operador crítico del sistema.
La reacción observada se puede analizar desde dos enfoques: el de los mercados eficientes (EMH), que asume que los precios reflejan toda la información disponible, y el enfoque conductual, que admite la existencia de sesgos psicológicos como el miedo, el efecto rebaño o la aversión a la pérdida. El desplome de Redeia, incluso antes de una evaluación técnica oficial, sugiere que predominó el segundo modelo, donde la percepción de riesgo reputacional superó al análisis fundamental.
Los spreads de compra-venta sobre Redeia aumentaron en un 56% durante las jornadas críticas, una señal clásica de retracción de la liquidez. Asimismo, la volatilidad implícita sobre opciones a corto plazo pasó de 12,5% anualizado a 21,8%, incrementando el coste de cobertura y señalando mayor percepción de riesgo.
Redeia opera bajo un modelo concesional con ingresos garantizados por el marco regulador de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Esta condición genera una recuperación típica tras eventos exógenos, como se observó con una recuperación parcial del 2,9% en la semana siguiente. Informes de Bloomberg y Refinitiv indicaron que fondos como Amundi e iShares aprovecharon la corrección para incrementar posiciones, comprando más de 2,3 millones de acciones entre el 30 de abril y el 7 de mayo, lo que sugiere confianza en la solvencia estructural de la compañía.
En paralelo, se presenta un ejercicio comparativo con Repsol, como referente del sector energético fósil, cuyo modelo de negocio se sustenta en la explotación y comercialización de hidrocarburos. A diferencia de Redeia, cuyo servicio depende de la estabilidad de infraestructuras complejas, Repsol dispone de reservas físicas de crudo y gas natural, lo que le proporciona un colchón estratégico ante contingencias.
Durante el apagón del 28 de abril, las acciones de Repsol registraron un comportamiento más estable, con una caída marginal del 0,31%, atribuida a un repunte en la demanda de combustibles fósiles como respaldo energético. Su cotización pasó de 13,92€ a 13,88€, con una posterior recuperación hasta 14,07€ el 2 de mayo. El volumen negociado se mantuvo en torno a los 82 millones €, un 14% por encima de su media semanal. En términos de capitalización, Repsol mantuvo su valor de mercado por encima de los 18.400 millones €, sin alteraciones estructurales relevantes.
La existencia de reservas estratégicas de gas y petróleo, junto a una red de refinerías y terminales logísticas, le otorgan a Repsol una capacidad de resiliencia diferente frente a empresas como Redeia, cuyo valor se encuentra mucho más vinculado a la percepción de confiabilidad en el servicio.
Esta comparación pone de manifiesto las diferencias de volatilidad implícita entre empresas reguladas (como Redeia) y empresas integradas verticalmente en la cadena de suministro energético (como Repsol), lo cual incide en sus respectivos perfiles de riesgo bursátil.
El caso de Redeia durante el apagón de abril de 2025 constituye un ejemplo paradigmático de cómo la volatilidad bursátil actúa como un mecanismo de reequilibrio ante choques de información inesperada. A través de una caída abrupta del precio, un aumento extraordinario del volumen de negociación y un repunte de la volatilidad implícita, el mercado incorporó de forma inmediata el nuevo riesgo percibido.
Sin embargo, la posterior estabilización y entrada de inversores institucionales demuestran que, más allá del pánico inicial, el valor fundamental de una empresa regulada puede prevalecer si su modelo de negocio permanece intacto. La comparación con Repsol subraya además la importancia de la estructura operativa en la gestión del riesgo, siendo el almacenamiento y la diversificación energética factores clave en la estabilidad bursátil.
Este episodio, por tanto, refuerza la importancia de comprender la volatilidad no como una amenaza, sino como una expresión de eficiencia adaptativa en mercados complejos.
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