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McLaren multiplica por cinco su valor en cinco años gracias al auge de la Fórmula 1

 

El rugido de los motores en la Fórmula 1 no solo resuena en los circuitos, también lo hace en los despachos financieros. McLaren Racing, uno de los equipos históricos de la categoría reina del automovilismo, ha protagonizado un salto de valoración sin precedentes. El equipo británico ha alcanzado una cifra superior a los 3.000 millones de libras esterlinas —unos 3.470 millones de euros— después de que los fondos soberanos de Baréin y Abu Dabi adquirieran el 30 % de participación que estaba en manos de MSP Sports Capital y otros accionistas minoritarios.

La operación supone un antes y un después en la historia reciente de McLaren. En apenas cinco años, la escudería ha multiplicado por más de cinco su valor en el mercado: en 2020 estaba tasada en tan solo 560 millones de libras, una cifra que hoy parece irrisoria en comparación con las magnitudes actuales. Este ascenso meteórico refleja el atractivo creciente de la Fórmula 1 como negocio global y el acierto de los inversores árabes en apostar por un sector que combina deporte, espectáculo y tecnología punta.

El despegue de McLaren se explica por varios factores. Su rendimiento en pista ha sido determinante: tras conquistar el Campeonato de Constructores en 2024 y consolidarse como líder en la temporada 2025, con los jóvenes Oscar Piastri y Lando Norris como referentes, la escudería ha recuperado el aura de competitividad que parecía perdida en la última década. Pero más allá del éxito deportivo, el verdadero motor de esta revalorización está en el plano comercial.

La Fórmula 1 se ha reinventado bajo la gestión de Liberty Media, transformándose en un producto de entretenimiento global con gran proyección audiovisual. El fenómeno de la serie Drive to Survive en Netflix abrió las puertas a nuevos mercados, especialmente en Estados Unidos, donde la competición ha vivido un auténtico boom. A esto se suman acuerdos de patrocinio de gran calado, como el firmado con Mastercard a partir de 2026, que se estima en unos 100 millones de dólares anuales. Este tipo de contratos garantizan un flujo de ingresos estable y refuerzan la marca McLaren más allá de las pistas.

El contexto también juega a favor. El valor de los equipos de Fórmula 1 ha escalado a cotas impensables hace una década. Ferrari lidera la tabla con casi 4.800 millones de dólares, seguido de Mercedes y Red Bull, mientras que McLaren, que en 2024 se situaba en torno a los 2.650 millones, acaba de dar un salto que lo coloca en una liga aún más exclusiva. La compra por parte de los fondos soberanos responde a una estrategia de diversificación de sus economías, con la vista puesta en el deporte como palanca de visibilidad global y prestigio internacional.

En términos macroeconómicos, este movimiento evidencia cómo el deporte de élite se ha convertido en un activo financiero de primera magnitud. El valor de marca, la capacidad de atraer audiencias y la vinculación con la innovación tecnológica pesan hoy tanto o más que los resultados inmediatos. El caso McLaren ilustra a la perfección esta transformación: de ser un equipo histórico en busca de redención a convertirse en un gigante empresarial que acelera al ritmo de los mercados.

Lo que ocurre con McLaren no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia mayor en la que la Fórmula 1 se consolida como un escaparate privilegiado para la inversión global. El paddock es, cada vez más, un tablero económico en el que los grandes fondos compiten por hacerse con una pieza de un negocio que genera retornos financieros, impacto mediático y prestigio. La Fórmula 1 ya no es solo velocidad en la pista: es, ante todo, una carrera por capitalizar la pasión del mundo entero.

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